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Afron­tan­do los Cambios

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Nume­ro­sas téc­ni­cas de Kun­da­li­ni Yoga para tra­tar el estrés y ver las cosas claras

Este es un momen­to his­tó­ri­co de cam­bio, don­de todos debe­mos afron­tar lo que nos supo­ne ese cam­bio vital nece­sa­rio. Hay cier­to estrés con el que pode­mos con­vi­vir de mane­ra natu­ral, pero que de ser hábi­to nos empie­za a dañar, y hay un estrés que indu­da­ble­men­te hay que redu­cir des­de que somos conscientes.

El estrés afec­ta a nues­tra cali­dad de vida y a cómo nos sen­ti­mos de exi­to­sos en ella, afec­ta a nues­tro des­can­so, a nues­tro opti­mis­mo, afec­ta a todo ya que nos man­tie­ne en un esta­do de aler­ta que colap­sa nues­tra capa­ci­dad de rela­ción. Si los cam­bios a los que nos enfren­ta­mos se pro­du­cen dema­sia­do rápi­do, nues­tro nivel ten­sión y ansie­dad aumen­tan ya que no tene­mos el tiem­po nece­sa­rio para pro­ce­sar­los y adaptarnos.

Exis­te un fac­tor impor­tan­te que se daña y es la con­fian­za. Una per­so­na rela­ja­da tie­ne con­fian­za, una estre­sa­da no. Para man­te­ner un esta­do ópti­mo de rela­ja­ción debes inter­ve­nir en tu ali­men­ta­ción, en tu ges­tión del tra­ba­jo y el des­can­so o tiem­po de ocio, y uti­li­zar tu res­pi­ra­ción, tu men­te y tu cuer­po como un mara­vi­llo­so capa­ci­ta­dor de sere­ni­dad. En Kun­da­li­ni yoga hay nume­ro­sas téc­ni­cas que van a pro­veer­te de una bue­na rela­ja­ción en tan sólo unos minu­tos y que, usa­das dia­ria­men­te, pue­den bajar tu nivel de estrés y subir tu capa­ci­dad de afron­tar los cam­bios y de ver las cosas claras.

El cuer­po que sufre los estra­gos del estrés, dón­de se plas­ma nues­tra acti­tud ante la vida, es tam­bién el mejor de los medios para des­ha­cer­nos de él. Hay dife­ren­tes ejer­ci­cios que pue­den com­ple­tar una tabla indi­vi­dua­li­za­da para que pue­das vivir tu momen­to de cam­bio como un pro­ce­so natu­ral y enri­que­ce­dor no colap­san­te. Ejem­plos podrían ser los ejer­ci­cios de levan­ta­mien­to de bra­zos que, uni­dos a res­pi­ra­cio­nes ade­cua­das, for­ta­le­cen el cora­zón, rela­jan la mus­cu­la­tu­ra de su área y esti­mu­lan los ner­vios que des­de los dedos se reúnen en el pecho; esto per­mi­te que los pul­mo­nes se “abran”, esti­mu­lan­do la res­pi­ra­ción y lim­pie­za del orga­nis­mo, y hace que flu­ya mejor la san­gre por el cue­llo, pro­ve­yen­do una sen­sa­ción de ligereza.

Otro ejer­ci­cio podría ser el levan­ta­mien­to el cade­ras, que ayu­da a eli­mi­nar la ten­sión cró­ni­ca en el área del abdo­men que dis­mi­nu­ye nues­tra vita­li­dad, y que va a esti­mu­lar para que obten­ga­mos un buen nivel de ener­gía, hacien­do que ésta sea des­de la paz debi­do tam­bién a su efec­to sobre la tiroi­des y la caja torácica.

Espe­cial­men­te apro­pia­do para cuan­do nos sen­ti­mos tem­pe­ra­men­ta­les, impa­cien­tes o nece­si­ta­dos de dar sali­da a la frus­tra­ción es el ejer­ci­cio del trián­gu­lo, que for­ta­le­ce nues­tro sis­te­ma ner­vio­so, rela­ja iso­mé­tri­ca­men­te casi todos los prin­ci­pa­les múscu­los del cuer­po y vuel­ve nues­tra res­pi­ra­ción len­ta y pro­fun­da. Ade­más, hay ejer­ci­cios bien sen­ci­llos para el cue­llo que tie­nen un efec­to increí­ble sobre nues­tro orga­nis­mo: habla­mos de giros, rota­cio­nes, ladea­dos, muy efec­ti­vos si te ayu­das tam­bién de mane­ra ade­cua­da con el peso de los bra­zos. El cue­llo tie­ne un dise­ño muy espe­cial y hace de puen­te entre el cere­bro y el res­to del cuer­po. Si nues­tro cue­llo no pue­de girar, es que no hay sufi­cien­te flu­jo san­guí­neo y nues­tros impul­sos ner­vio­sos serán pre­ca­rios. Por el con­tra­rio, si ayu­da­mos a su esta­do ópti­mo sen­ti­re­mos con júbi­lo que esta­mos vivos y con capa­ci­dad de dar res­pues­tas a la vida.

En cuan­to a la res­pi­ra­ción, todo está en ella, es tu apren­di­za­je más valio­so y con ella pue­des alcan­zar el esta­do desea­do. Lle­ga el vera­ni­to y en lugar de dejar tus cues­tio­nes para sep­tiem­bre, ¿por qué no empe­zar ya a apren­der a vivir? Añá­de­le pla­ya, mon­ta­ña, silen­cio, músi­ca, ami­gos o sole­dad… pero hoy eres más impor­tan­te que tú mis­mo en tu idea de mañana.

Siri Tapa, julio 2009

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