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¿Por qué lle­var una ruti­na salu­da­ble? Agni Pran

Siri Tapa

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Si bien los prac­ti­can­tes de yoga expe­ri­men­ta­dos cono­cen la impor­tan­cia de lle­var unas ruti­nas salu­da­bles, exis­te un perio­do de tiem­po en el que uno se acer­ca al Yoga y no sabe cómo ni qué intro­du­cir, ni pue­de pre­ver cuá­les de sus hábi­tos debe­rá eli­mi­nar (apar­te de lo más obvios) para reco­rrer ese camino en el que le hablan de transformación.

En esta sec­ción inten­ta­re­mos dar res­pues­ta a estás pre­gun­tas, aso­mán­do­nos tan­to a ruti­nas que pue­dan esta­ble­cer­se dia­ria­men­te como a aque­llas que pue­dan ser más bene­fi­cio­sas oca­sio­nal­men­te en el pre­sen­te del sadha­ka (prac­ti­can­te de yoga).

Dis­tin­ga­mos pri­me­ro la eta­pa en la que alguien se pue­da plan­tear cam­biar algo en su vida. Según me ense­ña­ron, esta eta­pa se lla­ma Saram Pad y pre­su­po­ne una inquie­tud y una acti­tud de bús­que­da. Tan­to si lle­ga­mos a este plan­tea­mien­to por una expe­rien­cia que nos obli­ga a inte­rio­ri­zar y a revi­sar nues­tra vida pro­fun­da­men­te, como si es, tal vez, por­que empie­za a lle­gar­nos infor­ma­ción de nue­vas posi­bi­li­da­des, en ambos casos hay una chis­pa que des­pier­ta, y una opción a seguir la opor­tu­ni­dad. No impor­tan los obs­tácu­los que crea­mos tener en esta fase: son obs­tácu­los natu­ra­les que hay que afron­tar median­te la deter­mi­na­ción de empren­der decisiones/acciones cla­ras con per­se­ve­ran­cia y paciencia.

“Man Jit Jug Jit”
“Aquel que logra con­quis­tar su men­te, con­quis­ta el mundo”.

Hablar del cam­bio de los hábi­tos de vida supo­ne ini­ciar la con­quis­ta de nues­tra men­te, a tra­vés de la cual nos rela­cio­na­mos con la vida. Cual­quier cam­bio en nues­tra men­te va a supo­ner el ini­cio de un cam­bio en cómo vivi­mos la vida y nues­tras rela­cio­nes, por lo que una peque­ña acción, en este sen­ti­do que nos ocu­pa, pue­de ser el ini­cio de una nue­va o mejo­ra­da vida.

Habla­re­mos aquí de la libe­ra­ción, en cuan­to a un esta­do de con­cien­cia en el que no sea­mos escla­vos de nues­tros hábi­tos nega­ti­vos. Para ello no bas­ta con desear hacer­lo, sino que hemos de des­rai­zar esos com­por­ta­mien­tos, trans­for­man­do nues­tra men­te y rea­li­zan­do nue­vas ruti­nas en pro de la vida.

Dicho esto, mati­ce­mos que el ser per­se­ve­ran­tes debe de hacer­se des­de la ama­bi­li­dad, pues­to que un paso se da detrás de otro, y Yoga no es fru­to de un sólo día, sino que se cul­ti­va a lar­go pla­zo. Si bien es cier­to que cada paso te ofre­ce una expe­rien­cia en sí mis­ma, lo más sig­ni­fi­ca­ti­vo sur­ge al ins­ta­lar las ruti­nas en un tiem­po más lar­go de mane­ra esta­ble. Por ello unos de los con­cep­tos más repre­sen­ta­ti­vos del yoga son Abh­ya­sa, la prác­ti­ca cons­tan­te y repe­ti­da, y Vay­rag­ya, el des­ape­go a los resul­ta­dos de la acción, que supo­ne una autén­ti­ca pre­sen­cia en nues­tras accio­nes sin espe­rar nada, con el cari­ño pues­to en mar­cha duran­te el trayecto.

Empe­ce­mos con una ruti­na vigo­ri­zan­te y puri­fi­ca­do­ra, que es capaz de sacar­te de la iner­cia y de los esta­dos de áni­mo más bajos o ner­vio­sos, se llama:

Agni Pran o Res­pi­ra­ción de fuego

Téc­ni­ca

Sién­ta­te cómo­da­men­te, ya sea en tu este­ri­lla o en una silla, con los pies para­le­los y sepa­ra­dos. Posa una mano en tu pecho y sitúa la otra sua­ve­men­te en tu vien­tre, para ase­gu­rar­te del movi­mien­to abdo­mi­nal al prin­ci­pio. Para apren­der­la, haz el movi­mien­to abdo­mi­nal que te voy a indi­car más bien lento.

Para exha­lar, con­trae hacia den­tro y lige­ra­men­te hacia arri­ba el pun­to del ombli­go, la zona abdo­mi­nal por deba­jo del mis­mo, con la inten­si­dad que usas para encen­der una ceri­lla, hacien­do que el dia­frag­ma pre­sio­ne los pul­mo­nes. Lue­go rela­ja el abdo­men para que el movi­mien­to des­cen­den­te del dia­frag­ma te lle­ve a la inhalación.

La exha­la­ción y la inha­la­ción sona­rán igual. Man­tén una velo­ci­dad mode­ra­da que pue­das con­tro­lar mien­tras escu­chas el rit­mo, que poco a poco vas crean­do, has­ta que te sien­tas cómo­do y pue­das ir deján­do­lo más auto­má­ti­co y ya no sea nece­sa­ria ni la mano en el abdo­men, ni en tu pecho, ni esfuer­zo men­tal, dejan­do enton­ces tu aten­ción (y no antes) en el entrecejo.

Es nor­mal que al prin­ci­pio vayas más len­to y te cues­te un poco diri­gir esta res­pi­ra­ción, pero lue­go, cuan­do hayas adqui­ri­do prác­ti­ca, el dia­frag­ma se move­rá como un pis­tón, subien­do y bajan­do apro­xi­ma­da­men­te 2–3 veces por segun­do de una mane­ra rít­mi­ca, armo­nio­sa y continuada.

Cuan­do ya la hagas sin esfuer­zo duran­te 2 minu­tos, pue­des pasar a prac­ti­car­la con los bra­zos ele­va­dos en “V”, reco­gien­do los dedos excep­to los pul­ga­res, que se diri­gen al cielo.

Esta res­pi­ra­ción es una de las ver­sio­nes comu­nes en que se cono­ce Kapa­labha­ti.

Con­tra­in­di­ca­cio­nes

Duran­te el embarazo.
Pri­me­ros días de la menstruación.
Hipertensión.
Ancia­nos y niños meno­res de 8 años.
Si se toman dro­gas habitualmente.
Per­so­nas con enfer­me­da­des men­ta­les, aun­que se estén medicando.

Siri Tapa

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