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Algo más que temer o mamar del universo

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Algu­nas veces tene­mos mie­do, nos ves­ti­mos de mie­do, come­mos con mie­do, anda­mos con mie­do, reti­ra­mos los ojos con mie­do… pero ¿Qué es el mie­do? Cita­ré la moder­na Wiki­pe­dia, dice tres cosas principalmente:

Sen­sa­ción de angus­tia pro­vo­ca­da por la pre­sen­cia de un peli­gro real (1) o ima­gi­na­rio (2). Sen­ti­mien­to de des­con­fian­za que impul­sa a creer que ocu­rri­rá un hecho con­tra­rio a lo que se desea (3).

Es evi­den­te que el mie­do tie­ne una for­ma sana de pre­sen­tar­se para ayu­dar­nos a sobre­vi­vir y poder deci­dir si nos enfren­ta­mos, nos para­li­za­mos o hui­mos. No habla­ré de esto, excep­to para decir que el mie­do a no tener pan, una vivien­da o un tra­ba­jo digno cuan­do estos pro­ble­mas se pre­sen­tan, no es solo sano por vivir­lo en car­nes sino que tam­bién ha de empa­par­nos como socie­dad en la que vivi­mos jun­tos, aun­que no sea­mos toca­dos per­so­nal­men­te. Una socie­dad sana teme el ham­bre cuan­do alguien que la for­ma pasa ham­bre y se acti­va hacia el cam­bio nece­sa­rio para evi­tar­lo. Toma­do como impul­so, el mie­do a veces es el resor­te para cam­biar las cosas y dejar de mirar a otro lado. Hablar de la men­te uni­ver­sal tie­ne que sig­ni­fi­car algo más que mamar del universo.

Bueno, vol­vien­do a las defi­ni­cio­nes, si te das cuen­ta, dos de las tres son crea­das por nues­tra men­te y por lo tan­to pode­mos hacer mucho para com­pren­der­nos a noso­tras mis­mas. Habría mucho para con­tar pero cómo míni­mo mire­mos con atre­vi­mien­to el hecho de ver la crea­ción de gran par­te del mie­do que sufri­mos como algo pro­pio y, por lo tan­to, sobre lo que pode­mos actuar.

Don mie­do, domar­te no quiero
pues me supon­drías toda­vía compañero.
Aun­que en horas de verdad

mejor doma­do que ver­te acaudalado.

Otra cues­tión ¿el mie­do es uno solo o son muchos mie­dos? Es intere­san­te seguir el lis­ta­do de nues­tros mie­dos has­ta redu­cir­los a su esen­cia. Tal vez hoy en día sea más difí­cil seguir­les la pis­ta por­que ¿cómo se pue­de vivir sin mie­do si vamos por la vida a 200 por hora? Algu­nas veces nece­si­ta­mos ayu­da para ver la raíz del asun­to y afor­tu­na­da­men­te hoy es segu­ro que tene­mos dón­de tomar­la y si no, pre­gun­ta, inves­ti­ga, no te cor­tes. Cuan­do medi­ta­mos vemos lo que hay, pero has de medi­tar una y otra vez para dar­te cuen­ta de las capas, los nive­les… has­ta lle­gar a tu pro­pio ¡eure­ka! sobre cada asun­to. Es una gran aven­tu­ra. Y si Arquí­me­des esta­ba des­nu­do al pro­nun­ciar su Eure­ka ¿cómo no íba­mos noso­tros a estar al menos men­tal­men­te desnudos?

Tome­mos cómo ejem­plo un mie­do cual­quie­ra y lo que el pen­sa­mien­to espi­ri­tual nos dice. Si tie­nes mie­do a per­der algo y lo ana­li­zas, verás que eso que temes per­der nun­ca fue tuyo y, sí ver­da­de­ra­men­te lo com­pren­des, el sufri­mien­to dis­mi­nu­ye o des­apa­re­ce. El mie­do se acer­ca a su fin cuan­do la men­te des­cu­bre que es ella la que crea ese mie­do. Gran par­te de este lio es el insis­ten­te pro­ble­ma que tie­ne el ego con la pro­pie­dad y la sen­sa­ción de sepa­ra­ción con el res­to de la exis­ten­cia. La prác­ti­ca de yoga-medi­ta­ción te brin­dan una opor­tu­ni­dad de abrir­te a solu­cio­nar ambos erro­res des­de ese irte des­nu­dan­do cada vez con más confianza.

Lo mis­mo pasa con el mie­do a la sole­dad y tan­tos otros has­ta lle­gar al mie­do a la muer­te, a la des­apa­ri­ción, a la apa­ren­te fal­ta de vin­cu­la­ción con lo cono­ci­do en la for­ma cono­ci­da. Cada peque­ña pér­di­da de nues­tra vida es una opor­tu­ni­dad para apren­der sobre lo esen­cial y pre­pa­rar­nos para morir con paz y regre­sar a la gene­ro­si­dad de la vida común.

No pien­ses que no tie­nes la habi­li­dad para con­se­guir medi­tar, o para des­ha­cer­te de esos patro­nes inde­sea­bles que sur­gie­ron tras un estrés trau­má­ti­co. Esta­mos pro­gra­ma­dos bio­ló­gi­ca y psi­co­ló­gi­ca­men­te para fijar con más inten­si­dad en nues­tra memo­ria lo que nos ha daña­do para adap­tar­nos mejor y, por lo tan­to, “pasar pági­na” no es siem­pre tan fácil como desea­ble. Por eso, no nie­gues tu habi­li­dad para salir a flo­te y dejar el modo “super­vi­ven­cia” por el de “vivir”, date tu tiem­po y no ceses en el inten­to, la ener­gía que se mue­ve con el yoga des­blo­quea y la medi­ta­ción te per­mi­te vol­ver al cau­ce de tu mere­ci­da exis­ten­cia, sin car­gas pasa­das ni idea­cio­nes futu­ris­tas. Si has sufri­do algún even­to trau­má­ti­co más razón para medi­tar, deja que el amor vuel­va a tu vida.

Y hablan­do de amor, y ¿el mie­do al amor? Hay inclu­so un tér­mino para ello, la filo­fo­bia, mie­do a estar ena­mo­ra­do o, inclu­so, a reci­bir amor. No es tan poco común como pare­ce, hoy en día muchas per­so­nas tie­nen mie­do a la inti­mi­dad, al com­pro­mi­so, a dar­se por com­ple­to, así que o direc­ta­men­te se van ena­mo­ran­do de per­so­nas inal­can­za­bles o andan bus­can­do defec­tos en sus pare­jas y hacen por ale­jar­las, crean­do las situa­cio­nes apro­pia­das y, en algu­nos casos, des­pués de per­der­las ven cla­ra­men­te que no hay nadie que merez­ca la pena para seguir evi­tan­do lo temi­do, o, por lo con­tra­rio, el dolor incre­men­ta por lo per­di­do. En cual­quier caso el pri­mer paso es acep­tar el temor para que no nos impi­da la sali­da a otro lugar más pleno. ¿Aca­so no hay mul­ti­tud de cosas bue­nas en nues­tras vidas que empe­za­ron con un poco de mie­do? ¿Aca­so el amor no es la cima más alta, la cue­va más pro­fun­da, el sol más brillante?

Y por el con­tra­rio debe­mos apren­der tam­bién a no poner­nos en ries­go inne­ce­sa­ria­men­te. Ambas cosas, la des­ins­ta­la­ción del mie­do y la cla­ri­dad para no poner­nos en peli­gro, son igual­men­te nece­sa­rias. Si quie­res saber cuan­do es momen­to para cada cosa la res­pues­ta es tu medi­ta­ción, ella te guia­ra para no que­dar­te ins­ta­la­da en una vida más pobre de la que podrías tener mien­tras evi­tas caer en la teme­ri­dad. Todos somos sufi­cien­te­men­te inte­li­gen­tes aun­que ten­ga­mos toda­vía algu­nas face­tas por desarrollar.

Es hora de cam­biar las cosas que no están bien, no impor­ta cuan­to nos cues­te por­que cada día será mejor que el ante­rior, si tie­nes mie­do eres humano, pero si pones tu mira­da más allá del mie­do enton­ces eres amor. Cual­quie­ra pue­de ven­cer el temor opre­sor y mere­ce expe­ri­men­tar la ale­gría de amar y sen­tir­se ama­do y amada.

Siri Tapa

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