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Apren­dien­do a aprender

¿Anda­mos apren­dien­do real­men­te? Ver­da­des, con­se­jos y otros menes­te­res se sir­ven en tris­tes anda­res para el que cre­ce y apren­de, a no ser que los que dan y los que reci­ben ten­gan cla­ro dón­de está el ver­da­de­ro poder y no la apa­rien­cia del poder. La ver­dad siem­pre es sen­ci­lla y no le hace fal­ta que­dar bien con nadie, ni dejar a nadie por enci­ma de nadie. En este camino espi­ri­tual que tan­to bueno nos trae, hay peli­gros que aun­que ya se nos advier­ten con bue­nas seña­les de aten­ción, apa­re­cen en nues­tro camino y muchas veces tene­mos que tran­si­tar­los con nues­tros pro­pios erro­res. Pero esta­ría bien que no fue­ra nece­sa­rio errar más de una vez y sepa­mos reco­no­cer cuan­do esta­mos per­dien­do el nor­te o cuan­do nos apo­de­ra­mos de una ver­dad aje­na sin hacer un ver­da­de­ro hallazgo.

En todas par­tes andan dicien­do que “el maes­tro está den­tro de ti” o “la ver­dad está den­tro de ti”, pero segui­mos bus­can­do en un libro, en un gurú, segui­mos tenien­do fe en nues­tro “admi­ra­do o admi­ra­da” del momen­to para que alguien nos haga el tra­ba­jo, alguien a quién ado­ra­re­mos por un tiem­po y que lue­go tal vez des­es­ti­ma­re­mos por aque­llo mis­mo que nos resul­ta­ba atrac­ti­vo, que­dan­do la ense­ñan­za sin la aten­ción hacia den­tro que le corres­pon­de. Mira­mos a otro lado bus­can­do res­pon­sa­bles. Nos pasan cosas y des­apro­ve­cha­mos la inda­ga­ción pro­fun­da que la oca­sión nos rega­la, pre­fe­ri­mos la dis­trac­ción oca­sio­nal y las emo­cio­nes que nos embar­quen en algo que mue­va nues­tra san­gre para sen­tir­nos vivos. Y si eso es dolor, no impor­ta, vivos nos sen­ti­mos y hare­mos que los demás, aun­que sea con éstas mañas, se den cuen­ta también.


Esta­mos per­dien­do la liber­tad del libre­pen­sa­dor cuan­do nos coge­mos al ves­ti­do de cual­quier ense­ñan­za y no bucea­mos sus pro­fun­di­da­des. No impor­ta si se abren por­ta­les, si nos hablan de maes­tros ascen­di­dos, si los mayas… si el yoga, que si la tera­pia cual o la cual otra… nos olvi­da­mos que las herra­mien­tas sólo tie­nen un uso con­cre­to y que lo que noso­tros tene­mos que hacer lo segui­mos tenien­do que hacer.

La auto­ri­dad per­so­nal y la liber­tad del ser no son algo que ten­gas que ganar­te, ya es tuya, sólo tie­nes que empe­zar a uti­li­zar­la. A esto pue­des apren­der ayu­dán­do­te de muchas mane­ras, pero con­fun­dir el ritual con la sabi­du­ría, con­fun­dir una par­te de la reali­dad como la tota­li­dad, con­fun­dir un ideal y cons­truir­te de nue­vo un fal­so yo entorno a eso será de nue­vo otro de tus tra­jes a que­mar. No vayas de san­to, no vayas de ilu­mi­na­do, no vayas de la suma de los cur­sos que has rea­li­za­do…. Ve de ti mis­mo, ve de ser ver­da­de­ro, y ahí encon­tra­ras una vida espi­ri­tual lle­na de reali­dad, una vida de aven­tu­ras puras y apren­di­za­jes valiosos.

En esta eta­pa esta­mos salien­do del para­dig­ma del adoc­tri­na­mien­to y de los líde­res ena­mo­ra­dos de sí mis­mos, de ser fie­les de alguien para ser fie­les a la Ver­dad, aho­ra, ense­ñan­tes y apren­di­ces debe­mos apren­der una nue­va for­ma de que la ense­ñan­za se trans­mi­ta con pure­za y con un real enten­di­mien­to de la esen­cia, dejar de hacer segui­do­res para desa­rro­llar per­so­nas com­ple­tas. Un apren­diz es un auto­in­da­ga­dor, ya que toma la res­pon­sa­bi­li­dad de su cre­ci­mien­to y está eli­gien­do sobre qué apren­der, a excep­ción de los nue­vos terri­to­rios que se pre­sen­ten, y de quién apren­der ya que es nece­sa­ria la aten­ción. Por supues­to, todos nos pode­mos hallar en la vida en dife­ren­tes momen­tos y temas en ambas posi­cio­nes y es una ale­gría para la per­so­na que alum­bra que el apren­diz crez­ca y le supere.

Man­ten­ga­mos acti­va nues­tra capa­ci­dad de dis­cer­ni­mien­to y que el poder de com­pren­der y cre­cer sea real y pue­da, por tan­to, mani­fes­tar­se en nues­tras vidas de una for­ma real.

Si has encon­tra­do una per­so­na con más expe­rien­cia que tú en algún cam­po que te ali­men­te el alma, es decir, un maes­tro o maes­tra, hón­ra­le, no admi­rán­do­lo, sino acep­tan­do la sen­ci­lla ense­ñan­za que te esta­rá mostrando.

Que ger­mi­ne con reali­dad en tu vida. Sat Nam.

Siri Tapa, diciem­bre 2008

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