Hay personas que andan perdidas en sus propias vidas y que, sin embargo, son ángeles para otros. Algunas veces pasa que hay personas que andan perdidas en sus propias vidas, que no saben qué pasa con ellas, que no saben qué hacen, por qué vinieron, que no encuentran una dirección para caminar, que se sienten extraños en este mundo, que lo entienden con otro leguaje que parece nadie más recuerda.
Hay personas que andan perdidas en sus propias vidas y que sin embargo son ángeles para otros. ¿Te suena algo de todo esto? Tal vez tú seas una de ellas. Algunas personas han venido a este mundo a dar, a trabajar en el dar, a evolucionar en el dar, a enriquecer el mundo a través de su darse. Son personas que durante un largo tiempo andarán perdidas porque no recuerdan, porque no se saben encontrar o encontrar el modo de hacer de su darse un día a día llevadero, personas que durante tiempo escuchan consejos intentando acercarlas a una realidad lejana a ellas…
Hay un momento para cada persona donde la realidad muestra su ilusión y la ilusión, la realidad. De alguna manera, estas personas que son voluntarias en el mundo, que su manera de existir es darse, pasarán pruebas muy duras hasta ese momento de revelación. Entendamos que cuando algo se nos revela en realidad no es otra cosa que darnos cuenta de lo que siempre estuvo ahí.
Algunas veces estas personas están confundidas pues pareciera que padecen de complejo de samaritano, desequilibrios a la hora de recibir o del merecimiento, de esconderse detrás de la ocupación en el otro, de no saber parar de ver lo que se necesita e intentar ofrecerlo…, personas que andarán con mala gestión de su descanso y caerán agotadas amando sin saber dónde están los límites entre los individuos, entre los otros y ellas mismas…
La confusión no radica en pararse a mirar estas cosas, sino que estas cosas son un entrenamiento para los voluntarios, para que puedan desarrollarse hacia la luz que son. La confusión es quedarse cerca, pero no en el centro de la cuestión. Muchas personas de caminos de crecimiento, sanación, yoga, etcétera, de todos los caminos de luz, entran en la esfera del servicio y del amor, pero creyendo que sólo había que entrar, paran de crecer, dejan de estar atentas porque pareciera que ya saben. Otras entran, pero creyéndose lejos. siguen preguntando por esa esfera de luz. Otras que andan bien encaminadas y cerca del centro por no creer que es posible lo dejan para otras vidas, les falta fe de lo que en ésta se les ofrece, que es como a todos, todo.
¿Pero que pasaría si se dan cuenta de que lo natural en ellas es un tesoro, el mayor de los regalos a custodiar? ¿Qué pasaría si dejáramos el mundo a los raros locos felices que no quieren salvar ni ser salvados y sólo aman? ¿Qué pasaría si te sabes voluntario y aprendes a cómo vivir, a cómo gestionar, a cómo darte sin difuminarte, a cómo manejar tu sensibilidad y tu empatía? Cada voluntario ha de reconocerse en su momento, aprender a respetar su propio ritmo vital, descubrir por dónde anda su virtud y dónde su vulnerabilidad, ya que la Luz se da cuando se dan ambos reconocimientos; cada voluntario tendrá que afrontar la Verdad y la Duda, el Silencio, la Escucha, la Vacuidad, y tantos otros…
Pero cada voluntario en primera instancia tendrá que recordarse para empezar a formar de nuevo su carácter con el recuerdo vivo de quién es: auto-reconocimiento, relación con los otros, pureza, el arte de los motivos, descubrir el verdadero amor, la correcta actitud, la ciencia de los ritmos, la ciencia de la meditación y respiración, la alegría, la sencillez, la radiancia de su toque… Hay personas que no andan tan perdidas porque en el vacío de estructuras y creencias tienen la riqueza del dar con la misma naturalidad que una flor da su fragancia. Hay personas que sienten estar a punto de algo y sólo necesitan el recuerdo de cómo resbalar el velo. Si tú quieres emprender este camino, sólo da el primer paso y deja que la magia llegue a tu vida y con ella llegarán más como tú.
Recarga tu corazón con el entrenamiento de tu esfera de Luz. El que medita entra el vacío y lo pleno y no distinguiendo llega a la verdadera energía del dar armoniosa. Si estas dispuesto, vence tus temores, que si por no dañar o por temor a equivocarte, no actúas es otra manera de dañar a tu ser. Elige tu camino o ponte a caminar uno que, aunque dudes, llame a tu ser, y de seguro llegarás al tuyo, pero no te permitas marchitar en la certeza del mundo que te atrapa, y atrévete a ser un loquito de amor, de esos que son felices porque no andan pidiendo nada, de esos que no mendigan amor porque hallaron la clave dentro.
Siri Tapa, septiembre 2009