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Ener­gía para la acción

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Muchas veces ocu­rre que nos damos cuen­ta de que tene­mos que cam­biar algo, pero no dis­po­ne­mos de la ener­gía o la deter­mi­na­ción sufi­cien­te para empren­der ese cam­bio. Es como si com­pren­dié­ra­mos la situa­ción o a noso­tros mis­mos pero fué­ra­mos inca­pa­ces de dar el pri­mer paso reque­ri­do. Tra­du­ci­do en ejem­plos, sería no poder hablar con quien nece­si­tas, estar ata­do al pasa­do sin poder avan­zar, que­rer dejar de fumar y no con­se­guir­lo, saber que has de cam­biar tu ali­men­ta­ción o cui­dar mejor tu cuer­po pero no poner­te a ello, no saber decir que no, o dejar que otros deci­dan por ti por no afir­mar tu lugar, o tan­tos otros… 

Lo que ocu­rre es que nues­tra ener­gía se ha blo­quea­do por dife­ren­tes moti­vos de pro­tec­ción debi­do a algu­na creen­cia inter­na o por sen­tir que no dis­po­ne­mos de herra­mien­tas para afron­tar las con­se­cuen­cias de la acción. El prin­ci­pal blo­queo fisio­ló­gi­co sue­le ser la res­pi­ra­ción. Cuan­do se da este blo­queo nues­tra ener­gía es esca­sa y nues­tro esta­do de áni­mo decae, ya que no posee­mos la ener­gía sufi­cien­te para expre­sar nues­tros poten­cia­les, nues­tra crea­ti­vi­dad o los cam­bios natu­ra­les. Por des­gra­cia, siguen aumen­tan­do los casos de fati­ga cró­ni­ca, depre­sio­nes, fal­ta de aten­ción, tris­te­za o per­so­nas que van decaí­das sin encon­trar su sitio. El pri­mer paso para vol­ver a encon­trar nues­tra fuen­te de fuer­za y vita­li­dad es la res­pi­ra­ción. Si nues­tra res­pi­ra­ción es poco pro­fun­da nues­tra ener­gía y nues­tra capa­ci­dad de auto­rre­gu­lar­nos va mer­man­do. La res­pi­ra­ción es una rela­ción y un inter­cam­bio con­ti­nuo de lo que hay den­tro de noso­tros y lo que hay fue­ra de noso­tros. Si tene­mos mie­do al exte­rior inha­la­re­mos poqui­to dan­do prio­ri­dad a la espi­ra­ción y si cae­mos en lo neu­ró­ti­co ten­de­re­mos a inha­lar, hin­chan­do el pecho, pero casi no sol­ta­re­mos el aire y segui­re­mos ali­men­tan­do nues­tras ten­sio­nes, pre­sio­nes o el estrés interno y no podre­mos expre­sar nues­tros sen­ti­mien­tos o ver­da­des inter­nas más allá de un mun­do emo­cio­nal per­tur­ba­do. Tam­bién sue­le ocu­rrir que en este esta­do de fal­ta de vigor, tan­to lo que uno no expre­sa como lo que actúa hacia lo exte­rior, lo aca­ba sufrien­do hacia el inte­rior. Por ejem­plo, tal vez si no eres capaz de expre­sar tus opi­nio­nes te vuel­ves súper crí­ti­co para con­ti­go o si no te capa­ci­tas para expre­sar tus dis­gus­tos te vuel­ves con­tra ti mis­mo. Otro caso sería la bús­que­da de satis­fa­cer­te siem­pre indi­vi­dual­men­te en lugar de bus­car la satis­fac­ción a tra­vés de rela­cio­nar­te con otras personas. 

Me gus­ta­ría recal­car que está socie­dad fomen­ta este tipo blo­queos que nos vuel­ven indi­vi­dua­lis­tas, obe­dien­tes del patrón social enfer­mo y poco coope­ra­do­res de las moti­va­cio­nes del cam­bio social. Tene­mos dema­sia­das tareas, nos esta­mos ocu­pan­do tan­to tiem­po de ser talen­to­sos, de desa­rro­llar nues­tras apti­tu­des, de refor­zar nues­tra con­fian­za egó­la­tra, de hacer­lo todo por noso­tros mis­mos, de avan­zar en nues­tras carre­ras, de ges­tio­nar en mala­ba­res nues­tra vida pri­va­da… que la recar­ga y bue­na ges­tión de nues­tra ener­gía está en manos del mie­do y la que­ja, que pue­de expre­sar­se de mil for­mas como esta: “enci­ma de lo que ya tene­mos… ini­ciar una acción… un cam­bio y tener ener­gía para sostenerlo”. 

Bus­ca en tu cuer­po las zonas don­de se blo­quea tu ener­gía, tal vez tu pecho, tu estó­ma­go, tu cue­llo, arti­cu­la­cio­nes, ojos… o inclu­so tu voz, cada zona con males­tar pue­de mos­trar­te la nece­si­dad de hacer que de nue­vo cir­cu­le tu ener­gía. La res­pi­ra­ción pro­fun­da y armo­nio­sa y el movi­mien­to son la opor­tu­ni­dad para ello. 

En Kun­da­li­ni yoga se tra­ba­ja con los blo­queos físi­cos, men­ta­les o emo­cio­na­les de tal mane­ra que está espe­cial­men­te indi­ca­do para hacer cir­cu­lar la ener­gía vital por todo el orga­nis­mo. Sus téc­ni­cas son varia­das y usa tan­to pos­tu­ras está­ti­cas como diná­mi­cas, man­tras y mudras, entre otras, pero sobre todo es un yoga maes­tro en Pra­na, la ener­gía vital. 

Muchas veces suce­de que inclu­so los prin­ci­pian­tes sien­ten cómo van sol­tán­do­se sus nudos y cómo des­pier­ta la fuen­te de ener­gía que tenían apa­ga­da. En otros casos los exce­sos de ener­gía que se agol­pan en unas zonas pue­den ser redis­tri­bui­dos con natu­ra­li­dad por todo el cuer­po, y en todos los casos el orga­nis­mo se capa­ci­ta a sí mis­mo para ordenarse.

 

Siri Tapa, mayo 2010

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