Fred era indiscutiblemente la persona menos flexible que he encontrado. En 28 años de enseñanza de āsana, jamás encontré a alguien que se acercara a su nivel de inmovilidad. Su uttanāsana (flexión de pie hacia adelante) era poco más que un movimiento de asentar con la cabeza. Antes de venir a mis clases, desde su niñez que no se sentaba en el piso, y para hacerlo requería pilas altas de mantas. Pero a él no le importaba utilizar elementos en cada una de las posturas. Le ayudaban a sentirse más relajado. Vino a mis clases semanalmente durante más de dos años y continuamente me contaba cuánto mejor se sentía gracias al yoga y qué diferencia hacía en su vida.
Fred poseía también otras condiciones físicas. Tenía pie equino, lo que hacía que las posturas de pie y de equilibrio fueran un gran desafío. Pero él estaba contento utilizando la pared. Sin embargo, la condición que podría haber constituido su mayor desafío en realidad puede haber sido una ventaja, por lo menos en el contexto de la práctica en clase de āsana: Fred estaba ciego.
La experiencia de āsana de Fred era completamente interna. Él no tenía idea de lo inflexible que era, porque no podía ver lo que los demás estaban haciendo. Se hallaba libre de la idea de que «no puedo hacer yoga porque no soy flexible», una frase que todos los profesores de yoga han escuchado de alumnos reticentes. La práctica de Fred estaba completamente en el momento presente. Sus restricciones no eran algo de lo cual avergonzarse; eran simplemente sensaciones percibidas. Lo que el resto de nosotros interpretaría como limitaciones en su cuerpo, no tenía carga alguna para él. En cierto modo, su práctica era la más pura que he encontrado.
Si Fred se hubiese podido ver y comparar con otras personas a su alrededor, seguramente hubiese asistido a una clase para nunca más volver. Pero por estar libre de la habilidad de compararse con otros, estaba completamente satisfecho con su práctica. Él entendió el verdadero sentido de la práctica: que puede agregar gracia a los movimientos propios de la vida.
T.K.V. Desikachar dijo: «El éxito del Yoga no se encuentra en la capacidad de realizar posturas, sino en cómo cambia positivamente la manera en que vivimos nuestra vida y nuestras relaciones.» La práctica de āsana de yoga es una tecnología de sanación increíble. La fusión de la respiración y el movimiento puede revitalizarnos al suavizar un sistema nervioso alterado. Al practicarlo con humildad y conciencia, puede cambiar la manera en la cual vivimos en nuestros cuerpos, creando un medioambiente que puede transformar nuestra mente y emociones.
Pero estos beneficios no tienen absolutamente nada que ver con el poder o no realizar posturas sofisticadas. De hecho, la definición en los sūtra sobre la maestría de āsana no dice nada sobre su desempeño: «La maestría [de āsana] esta presente cuando todo esfuerzo es relajado y la mente se absorbe en el Infinito.» Si esto es lo que es la maestría, cualquier persona que habite un cuerpo puede obtener la maestría de āsana. Lo que se requiere es, en mi experiencia, mucho más desafiante que simplemente realizar posturas sofisticadas. Lo que se requiere es una mente y ego que puedan estar presentes, sin el deseo de «más» o «mejor». Es la presencia calma que puede permanecer con lo que es, sin importar cómo se vea nuestra postura o la de los demás.
Esta es una lección que Fred me enseñó. En su cuerpo escasamente móvil, el encarnó la maestría de āsana. Él se iba de las clases con una mente en paz, que continuaba así durante la semana. Sin requerir inversiones, extensiones hacia atrás, tocarse los dedos de los pies (o siquiera las rodillas). El don que Fred poseía era su presencia y su gratitud, dones que no se desvanecen con el avanzar de la edad y el envejecimiento.
Que todos descubramos esta gracia sin tiempo.
Charlotte Bell descubrió el yoga en 1982 y comenzó a enseñar en 1986. Charlotte es la autora de Mindful Yoga, Mindful Life: A Guide for Everyday Practice, publicado por Rodmell Press. Su segundo libro, Yoga for Meditators (Rodmell Press) se publicó en mayo de 2012. Escribe una columna mensual para la revista CATALYST Magazine y es editora de Yoga U Online. Charlotte es miembro de la junta fundadora de GreenTREE Yoga, una organización sin fines de lucro que lleva el yoga a las escuelas y a poblaciones desatendidas. Músico de toda la vida, Charlotte toca el oboe y corno inglés en Salt Lake Symphony y el sexteto popular Red Rock Rondo, cuyo DVD ganó dos premios Emmy en 2010.