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Yamas y niya­mas: Pata­ñ­ja­li (I)

Jason Birch & Jac­que­li­ne Hargreaves

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YAMAS Y NIYA­MAS: PATA­Ñ­JA­LI (I)
 Jason Birch y Jac­que­li­ne Hargreaves


Como una cer­ca que ha sido pin­ta­da y repin­ta­da de muchos colo­res duran­te su vida útil, los 195 afo­ris­mos (sūtras) de los Yoga­sū­tra se han inter­pre­ta­do de incon­ta­bles mane­ras dife­ren­tes a lo lar­go de los siglos. Se diría que tan lar­go y com­ple­jo pro­ce­so podría difi­cul­tar la com­pren­sión de su entra­ma­do éti­co, sin embar­go éste sigue intri­gan­do a los intere­sa­dos en el yoga. Al bus­car una com­pren­sión his­tó­ri­ca de esta obra, todos los comen­ta­rios y tra­duc­cio­nes desem­pe­ñan un papel valio­so, y la supre­ma­cía de la inter­pre­ta­ción de un afo­ris­mo pue­de ceder a otra tan pron­to como cam­bie el con­tex­to histórico.

Al pare­cer, muy pocos son cono­ce­do­res de que los Yoga­sū­tra for­man par­te de una obra más amplia titu­la­da Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra (siglos IV y V), que cons­ta de los sūtra y del escla­re­ce­dor comen­ta­rio lla­ma­do Bhāsh­ya. El inno­va­dor tra­ba­jo de Phi­lipp Maas (2013), prue­ba más allá de toda duda razo­na­ble que el Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra es la obra de un autor.1Phi­lipp Maas, «Una bre­ve his­to­rio­gra­fía de la filo­so­fía del yoga clá­si­co», en His­to­rio­gra­fía y Perio­di­za­ción de la Filo­so­fía India, ed. Eli Fran­co De Nobi­li Series, Vie­na 2013. Se pue­de leer aquí. La evi­den­cia más sóli­da de ello es que tan­to los Yoga­sū­tra como el Bhāsh­ya fue­ron cita­dos como una obra úni­ca lla­ma­da Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra por varios auto­res medie­va­les; el pri­me­ro fue el poe­ta del siglo VIII lla­ma­do Māgha (Maas 2013: 57). Algu­nos de estos auto­res citan a Pata­ñ­ja­li (es decir, iti pata­ñ­ja­lih) al men­cio­nar pasa­jes del Bhāsh­ya, lo que indi­ca que ellos creían que Pata­ñ­ja­li era el autor de todo el Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra.2Los ejem­plos inclu­yen a Shrīdha­ra, Abhi­na­va­gup­ta, Hema­chan­dra, Vish­nubhat­ta, Shi­vo­pādh­yā­ya y Deva­pā­la (Maas 2013: 57).

Tam­bién hay evi­den­cias en el pro­pio tex­to que con­fir­man que un sólo autor com­pu­so el Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra. Por ejem­plo, los ver­bos en pri­me­ra per­so­na usa­dos en oca­sio­nes para intro­du­cir nue­vos temas. Ade­más, los Yoga­sū­tra y el Bhāsh­ya a menu­do depen­den uno de otro sin­tác­ti­ca­men­te, como en el sūtra 2.27, don­de hay un pro­nom­bre que hace refe­ren­cia a un pasa­je ante­rior del Bhāsh­ya (Maas 2013: 62–63).

¿Por qué tan­tos han pasa­do por alto esto duran­te tan­to tiem­po? La con­fu­sión pare­ce haber sur­gi­do del ver­so ini­cial del comen­ta­rio de Vācas­pa­ti­mish­ra (siglo X) y los colo­fo­nes de los capí­tu­los, que men­cio­nan a Vedav­yā­sa como autor del comen­ta­rio. Varios siglos más tar­de, un doxó­gra­fo lla­ma­do Mādha­va atri­bu­yó el Yoga­sū­tra a Pata­ñ­ja­li y el Bhāṣ­ya a Vyā­sa en su cono­ci­do Sar­va­darsha­na­san­graha (Maas 2013: 58).

El obje­ti­vo de la pri­me­ra par­te de este artícu­lo es des­cri­bir cómo Pata­ñ­ja­li pudo haber enten­di­do los yamas y niya­mas en su Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra. La segun­da par­te (que se publi­ca­rá en el pró­xi­mo núme­ro) con­si­de­ra­rá algu­nos ejem­plos de cómo los yamas y niya­mas han sido rein­ter­pre­ta­dos para dife­ren­tes audien­cias des­de la épo­ca del Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra.

La siguien­te dis­cu­sión sobre los yamas y niya­mas se limi­ta al Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra y cual­quier infor­ma­ción his­tó­ri­ca que sea rele­van­te para la épo­ca en que fue escri­to (es decir, siglos IV‑V d.C.). Tal dis­cu­sión sería incohe­ren­te si uno con­fia­ra sólo en los Yoga­sū­tra, por­que el tex­to del sūtra no expli­ca qué sig­ni­fi­can real­men­te las pala­bras yama y niya­ma. De hecho, cual­quier inten­to de encon­trar defi­ni­cio­nes de estas pau­tas de com­por­ta­mien­to en los Yoga­sū­tra con­du­ce a la decep­ción. Por­que los Yoga­sū­tra con­tie­nen sólo los nom­bres y dos comen­ta­rios gene­ra­les sobre los yamas y niya­mas,3Los tér­mi­nos yama y niya­ma sig­ni­fi­can lite­ral­men­te «res­tric­ción». Uno podría dis­tin­guir a los yamas de los niya­mas por el hecho de que los pri­me­ros regu­lan la con­duc­ta de uno hacia todos los demás seres vivos, y los segun­dos, las prác­ti­cas pre­li­mi­na­res más espe­cí­fi­cas del yoga de Pata­ñ­ja­li. Es nece­sa­rio rea­li­zar más inves­ti­ga­cio­nes sobre la rela­ción entre yamas y niya­mas. así como los pode­res que aguar­dan a quie­nes logren seguirlos.

Los yamas y niya­mas son diez pau­tas de com­por­ta­mien­to que están des­ti­na­das a ayu­dar al prac­ti­can­te de yoga a alcan­zar un esta­do pro­fun­do de medi­ta­ción lla­ma­do samādhi, que con­du­ce a la liber­tad de la trans­mi­gra­ción (sam­sā­ra). El obje­ti­vo pre­vis­to de estas pau­tas se pue­de infe­rir por­que son auxi­lia­res (anga) en un sis­te­ma de yoga de ocho par­tes (o ash­tān­ga-yoga) que cul­mi­na en samādhi.

El tér­mino auxi­liar (anga) impli­ca que yamas y niya­mas son esen­cia­les para el éxi­to del ash­tān­ga-yoga. Por lo tan­to, es inevi­ta­ble que el estu­dian­te ansio­so de este yoga pre­gun­te, «¿qué debo hacer exac­ta­men­te para cum­plir con los yamas y niya­mas?» Si uno se limi­ta a una tra­duc­ción lite­ral de los Yoga­sū­tra, tal pre­gun­ta segui­rá sien­do impo­si­ble de responder.

Ésta es una de las razo­nes por las que un comen­ta­rio sobre los Yoga­sū­tra es tan impor­tan­te. De hecho, todas las publi­ca­cio­nes moder­nas sobre esta obra a base de sen­ten­cias la tra­du­cen e inter­pre­tan con una can­ti­dad sig­ni­fi­ca­ti­va de expli­ca­ción adi­cio­nal. La expli­ca­ción pue­de deri­var de un comen­ta­rio escri­to sobre el sūtra, las opi­nio­nes habla­das de los ense­ñan­tes (a menu­do lla­ma­da «tra­di­ción oral» si esas opi­nio­nes trans­mi­ten las ense­ñan­zas de un lina­je de ense­ñan­tes) o el cono­ci­mien­to per­so­nal del pro­pio tra­duc­tor sobre el yoga. En nues­tra opi­nión, es impo­si­ble com­pren­der los Yoga­sū­tra sin pro­por­cio­nar infor­ma­ción esen­cial de otra par­te. Por lo tan­to, es muy poco pro­ba­ble que los Yoga­sū­tra hayan sido pen­sa­dos como una obra lite­ra­ria independiente.

Algu­nos eru­di­tos siguen sin estar con­ven­ci­dos de que una sola per­so­na haya com­pues­to y com­pi­la­do tan­to los Yoga­sū­tra como el Bhāsh­ya. El argu­men­to más común en con­tra de una sola auto­ría del Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra es que exis­ten algu­nas con­tra­dic­cio­nes entre cier­tos sūtras y el comen­ta­rio. Detrás de este argu­men­to está la pre­gun­ta: si una per­so­na escri­bió toda la obra, ¿cómo podrían exis­tir tales con­tra­dic­cio­nes? Sin embar­go, está cla­ro que el Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra es un tra­ba­jo com­pues­to. De hecho, su autor era cons­cien­te de que algu­nos sūtras son más anti­guos que otros (Maas 2013: 62). Por lo tan­to, el autor pro­ba­ble­men­te com­pu­so algu­nos sūtras y reco­pi­ló otros de otros luga­res, entre­te­jién­do­los, a veces de mane­ra imper­fec­ta, con el comen­ta­rio. No obs­tan­te, tam­bién se da el caso de que apa­re­ce­rán mejo­res expli­ca­cio­nes de estas lla­ma­das «con­tra­dic­cio­nes» cuan­do los eru­di­tos con una orien­ta­ción his­tó­ri­ca y filo­ló­gi­ca comien­cen a estu­diar el Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra como una obra uni­fi­ca­da, ya que este fue el enten­di­mien­to de su autor.

Si uno acep­ta que hay una úni­ca inten­ción del autor detrás de los Yoga­sū­tra y el Bhāsh­ya, enton­ces está cla­ro que yamas y niya­mas se han expli­ca­do de una mane­ra bien estruc­tu­ra­da den­tro del mar­co del Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra. La dis­cu­sión pro­ce­de de la siguien­te manera:

1. Los Cin­co Yamas — (Sūtra 2.30)
2. Defi­ni­cio­nes de los Cin­co Yamas —  (Bhāsh­ya 2.30)
3. Comen­ta­rio gene­ral sobre los Yamas — (Sūtra y Bhāsh­ya 2.31 )
4. Los cin­co Niya­mas —  (Sūtra 2.32)
5. Defi­ni­cio­nes de los Cin­co Niya­mas — (Bhāsh­ya 2.32)
6. Comen­ta­rio gene­ral sobre la supera­ción de obs­tácu­los — (Sūtra y Bhāsh­ya 2.33–34 )
7. Los bene­fi­cios de seguir a los Yamas y Niya­mas _ (Sūtra y Bhāsh­ya 2.35–45 )

El sūtra 2.30 enu­me­ra los cin­co yamas como: no vio­len­cia (ahim­sā), vera­ci­dad (sat­ya), no robar (aste­ya), celi­ba­to (brah­ma­char­ya) y no poseer (apa­ri­graha). Las expli­ca­cio­nes del Bhāsh­ya de estas pau­tas son en su mayor par­te las siguien­tes:4Jason Birch ha pro­por­cio­na­do las pala­bras y la pun­tua­ción entre cor­che­tes. Estas tra­duc­cio­nes se basan en la edi­ción de Kāshi­nātha Shās­trī Āgāshe: Vācas­pa­ti­mish­ra­vi­ra­ci­ta­tī­kā­sam­va­li­tav­yā­sabhāsh­ya­sa­me­tā­ni Pāta­ñ­ja­la­yo­ga­sū­trā­ni, tathā bho­ja­de­va­vi­ra­ci­ta­rā­jam­me­tār­tan­dā­bi­sa­ñha­va­sa­me­tā­ni. sūtra­pātha­sū­tra­var­nā­nu­kra­ma­sū­cībh­yām ca sanāthī­kri­tā­ni. Pune: Ānan­dāsh­ra­ma­mu­dra­nā­la­ye 1904 (Serie sáns­cri­ta Ānan­dāsh­ra­ma, 47).

Entre [los yamas], ahim­sā no está las­ti­man­do a nin­gún ser de nin­gu­na mane­ra en nin­gún momen­to. Es la base de los sub­si­guien­tes yamas y niya­mas. Debi­do a que su obje­ti­vo prin­ci­pal es per­fec­cio­nar­se [ahim­sā], se alcan­zan con el fin de lograr esto [ahim­sā]. Se empren­den con el fin de alcan­zar un esta­do puri­fi­ca­do de [ahim­sā …] La vera­ci­dad es cuan­do el dis­cur­so y el pen­sa­mien­to de uno están de acuer­do con la reali­dad. Así como [algo] se ve o se infie­re, así [suce­de] con el habla y el pen­sa­mien­to. Una pala­bra que se ha dicho para trans­mi­tir el cono­ci­mien­to de uno a otros [es veraz], si no es enga­ño­sa, inco­rrec­ta o defi­cien­te en sig­ni­fi­ca­do. Es [veraz cuan­do ha sido] pro­nun­cia­da para ayu­dar a todos los seres y no para dañar­los. […] Robar es la toma no auto­ri­za­da de los bie­nes de otra per­so­na para uno mis­mo. Sin embar­go, lo opues­to a esto es «no robar», en el sen­ti­do de no desear [los bie­nes de otro].
El celi­ba­to es la res­tric­ción de los geni­ta­les, el órgano privado.
No poseer es no apro­piar­se de cosas por­que uno ve los pro­ble­mas de adqui­rir­las, pro­te­ger­las, per­der­las, desear­las y dañarlas.

El siguien­te sūtra (2.31) esta­ble­ce que los yamas son un «gran voto» (mahā­vra­ta), siem­pre que no se modi­fi­quen según el tipo de ser vivo, la ubi­ca­ción, el tiem­po o la con­ven­ción. Los yamas son váli­dos para todas las eta­pas del camino del yogui (sār­vabhau­ma). El Bhāsh­ya emplea el yama de la no vio­len­cia como ejem­plo. Si la no vio­len­cia pudie­ra modi­fi­car­se para excluir algu­nos tipos de seres vivos, un pes­ca­dor podría afir­mar que per­tre­cha la no vio­len­cia al matar sólo peces y nada más. Si la no vio­len­cia pudie­ra modi­fi­car­se según la ubi­ca­ción, se podría decir: «No mata­ré en un lugar sagra­do» y lue­go dis­fru­tar de matar en otro lugar. En otras pala­bras, el autor pare­ce haber sido cons­cien­te de que la gen­te tien­de a limi­tar el alcan­ce de los yamas para adap­tar­se a sus pro­pias cir­cuns­tan­cias y pre­fe­ren­cias per­so­na­les, y esto está prohi­bi­do si se quie­re adhe­rir al «gran voto».

Esto lle­va a los niya­mas enu­me­ra­dos en el sūtra 2.32 como: lim­pie­za (shau­ca), con­ten­ta­mien­to (san­tosha), asce­tis­mo (tapas), el auto­es­tu­dio (svādh­yā­ya) y ado­ra­ción de Īsh­va­ra (īsh­va­ra­pra­nidhā­na). Una vez más, las defi­ni­cio­nes están con­te­ni­das en el Bhāṣ­ya:

Entre [los niya­mas], la lim­pie­za exter­na se pro­du­ce [lim­pián­do­se uno mis­mo con] tie­rra arci­llo­sa, agua, etc., y comien­do ali­men­tos puros, etc. La [lim­pie­za] inter­na con­sis­te en lavar las impu­re­zas de la mente.
El con­ten­ta­mien­to es no que­rer más que los recur­sos disponibles.
El asce­tis­mo son los con­tra­rios per­du­ra­bles. Los opues­tos son ham­bre y sed, calor y frío. [El asce­tis­mo tam­bién inclu­ye] estar de pie y sen­ta­do [duran­te lar­gos perío­dos de tiem­po] y [man­te­ner com­ple­to] silen­cio como un tro­zo de made­ra y [par­cial] silen­cio en el habla [solo], así como perío­dos de obser­van­cias tales como [varios ayu­nos lla­ma­dos] kric­chra, chān­drā­ya­na y sān­ta­pa­na, de acuer­do con lo que sea apropiado.
El auto­es­tu­dio es el estu­dio de las escri­tu­ras sobre la libe­ra­ción o la repe­ti­ción de Om.
Ado­rar a Īsh­va­ra es ofre­cer todas las accio­nes de uno a [Īsh­va­ra, que es] el gurú supremo.

Los siguien­tes dos sūtras (2.33 – 34) brin­dan algu­nos con­se­jos gene­ra­les sobre qué hacer cuan­do uno se ve ten­ta­do de trans­gre­dir estas pau­tas. Estas ten­ta­cio­nes son obs­tácu­los psi­co­ló­gi­cos (vitar­ka), y se sugie­re que uno pue­de supe­rar­las cul­ti­van­do el sen­ti­mien­to opues­to. En el caso de la no vio­len­cia, cuan­do uno tie­ne pen­sa­mien­tos dañi­nos, el autor reco­mien­da que uno se cas­ti­gue cul­ti­van­do el siguien­te pensamiento:

Coci­do en las ate­rra­do­ras bra­sas de la trans­mi­gra­ción, me refu­gio en el códi­go moral del yoga (yogadhar­ma) dan­do a todos los seres la liber­tad del mie­do [de ser las­ti­ma­do]. Habien­do aban­do­na­do [estas] ten­ta­cio­nes y acep­tán­do­las de nue­vo, soy igual que alguien que se com­por­ta como un perro.

Si las opi­nio­nes de los indios medie­va­les sobre el com­por­ta­mien­to de los perros no son cla­ras para el lec­tor, se pro­por­cio­nan más aclaraciones:

Así como un perro es un lame­dor de su pro­pio vómi­to, así soy yo [que] acep­ta de nue­vo [lo que] ha sido abandonado.

Esta ima­gen con­mo­ve­do­ra de com­por­ta­mien­to indigno tie­ne como obje­ti­vo disua­dir a una per­so­na de rom­per su reso­lu­ción de seguir a los yamas y niya­mas. Este cas­ti­go men­tal tam­bién pare­ce insi­nuar que comer obs­tácu­los regur­gi­ta­dos pue­de dejar un sabor bas­tan­te amar­go en la boca. Este símil no es nue­vo en nues­tra cul­tu­ra, ya que se encuen­tra en el Libro de Pro­ver­bios del Anti­guo Tes­ta­men­to (26.11) en un con­tex­to algo simi­lar: «Como un perro vuel­ve a su vómi­to, así el necio vuel­ve a su locura».

Des­pués del con­se­jo sobre cómo se pue­den supe­rar los obs­tácu­los de los yamas y niya­mas, el autor expo­ne los pode­res adqui­ri­dos por aque­llos que logran man­te­ner estas pau­tas. Uno pue­de leer los siguien­tes once sūtras (2.35 – 45) y su comen­ta­rio como un sólo dis­cur­so sobre los pode­res. A modo de ejem­plo, aquí están los bene­fi­cios de los tres pri­me­ros yamas (2.35 – 37):

Si la prác­ti­ca de la no vio­len­cia [de uno] es fir­me, la hos­ti­li­dad se disi­pa en su pre­sen­cia. [En este caso, todos los seres vivos renun­cian a la hos­ti­li­dad]. Si la prác­ti­ca de la vera­ci­dad [de uno] es fir­me, uni­fi­ca sus accio­nes [ver­ba­les] con sus resul­ta­dos. [Por ejem­plo,] si [uno le dice a alguien,] «sé vir­tuo­so», [esa per­so­na] se vuel­ve vir­tuo­sa. [Si alguien dice,] «obten­drás el cie­lo», [esa per­so­na] obtie­ne el cie­lo. El habla de uno se vuel­ve efi­caz. Si [la prác­ti­ca de uno de] no robar es fir­me, uno tie­ne acce­so a todas las rique­zas. [De hecho,] las rique­zas en todas par­tes se vuel­ven dis­po­ni­bles para uno.

La impor­tan­cia de tres de los niya­mas se refuer­za al comien­zo del segun­do capí­tu­lo de Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra en un sis­te­ma bási­co de yoga lla­ma­do Kri­yā-yoga (2.1). Con­sis­te en asce­tis­mo (tapas), auto­es­tu­dio (svādh­yā­ya) y la ado­ra­ción de Īsh­va­ra (īsh­va­ra­pra­nidhā­na). La inclu­sión del asce­tis­mo en ambos sis­te­mas de Kri­yā y Aṣṭān­ga-yoga, así como las prohi­bi­cio­nes con­tra el sexo y la pose­sión de bie­nes en los Yamas, deno­tan el anti­guo mun­do de la renun­cia­ción india, del cual sur­gie­ron el budis­mo y el jai­nis­mo. Algu­nos eru­di­tos han demos­tra­do la influen­cia direc­ta del budis­mo en el Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra, y nota­ron las simi­li­tu­des de este últi­mo con el jai­nis­mo, al menos en lo que res­pec­ta al sig­ni­fi­ca­do de la no vio­len­cia y la des­crip­ción de los yamas como un «gran voto».5Por ejem­plo, véa­se el Āchā­rān­ga­sū­tra, cuyo pri­mer libro se atri­bu­ye gene­ral­men­te al siglo II o III a. C. y pres­cri­be el com­por­ta­mien­to ade­cua­do (āchā­ra) de un jai­nis­ta. Has­ta don­de sabe­mos, nadie ha encon­tra­do toda­vía para­le­los tex­tua­les entre el Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra y un tex­to jai­nis­ta tem­prano. Enton­ces, si el jai­nis­mo influ­yó direc­ta o indi­rec­ta­men­te en el yoga de Pata­ñ­ja­li, a dife­ren­cia de algu­na otra tra­di­ción Shra­ma­na cuyas escri­tu­ras aho­ra se han per­di­do, sigue sien­do incier­to. Sin embar­go, el Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra no fue com­pues­to para budis­tas o jai­nis­tas, por lo que la pre­gun­ta obvia es: «¿para quién esta­ba destinado?»

El autor del Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra se diri­ge con mayor fre­cuen­cia a los brah­ma­nes mas­cu­li­nos, la cas­ta sacer­do­tal de la India.6Para refe­ren­cias y una dis­cu­sión más com­ple­ta sobre las pala­bras Brāh­ma­na, yati y sann­yā­sin en el Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra, ver Phi­lipp Maas, ‘Der Yogi und sein Heils­weg im Yoga des Pata­ñ­ja­li,’ en Karin Stei­ner (ed.), Wege zum Heil (igen). Sakra­li­tät und Sakra­li­sie­rung in hin­duis­tis­chen Tra­di­tio­nen. Wies­ba­den 2014: Harras­so­witz, 65–90. La reli­gión brah­má­ni­ca flo­re­ció en esta épo­ca bajo el gobierno del impe­rio Gup­ta (III-IV a. C). En el cen­tro de esta reli­gión esta­ba la rea­li­za­ción de ritos de sacri­fi­cio de acuer­do con las escri­tu­ras védi­cas. Los brah­ma­nes estric­ta­men­te orto­do­xos cen­su­ra­ban a quie­nes renun­cia­ban a estos ritos. Creían que su deber era ser cabe­za de fami­lia. Las res­pon­sa­bi­li­da­des socia­les y la for­ma­ción de una fami­lia eran impor­tan­tes para ellos. Sin embar­go, está cla­ro en dos pasa­jes del Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra que su audien­cia no eran cabe­zas de fami­lia brah­ma­nes, sino renun­cian­tes brah­ma­nes (yati, sann­yā­sin), quie­nes renun­cia­ron a las res­pon­sa­bi­li­da­des socia­les y fami­lia­res para seguir el arduo camino de obte­ner la libe­ra­ción a tra­vés del yoga. El camino de este yoga fue arduo por­que el asce­tis­mo esta­ba en el cen­tro de él. De hecho, el Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra (2.1) afir­ma que su yoga no pue­de ser rea­li­za­do por alguien que no sea un asce­ta (tapas­vin).

¿Por qué podrían renun­ciar los jefes de fami­lia brah­ma­nes? Seguir los man­da­tos védi­cos y rea­li­zar los ritua­les reque­ri­dos a lo lar­go de sus vidas garan­ti­za­ba la libe­ra­ción sólo des­pués de la muer­te. Sin embar­go, al renun­ciar y empren­der el yoga de Pata­ñ­ja­li, aque­llos que domi­na­ron el samādhi podrían alcan­zar la libe­ra­ción en esta vida.

Si uno lee aten­ta­men­te el Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra sin una inter­pre­ta­ción moder­na, la influen­cia del asce­tis­mo indio se pue­de ver a lo lar­go de la obra, des­de la defi­ni­ción de yoga (chit­ta­vrit­ti­ni­rodha) como un esta­do apa­ren­te­men­te cata­tó­ni­co de inac­ti­vi­dad físi­ca y men­tal a la noción de libe­ra­ción como la ver­da­de­ra iden­ti­fi­ca­ción de una per­so­na con una com­ple­ta­men­te pasi­va, inmu­ta­ble y eter­na móna­da (purusha). El sabor ascé­ti­co del yoga de Pata­ñ­ja­li pue­de pare­cer inapro­pia­do para la mayo­ría de los prac­ti­can­tes de yoga de la actua­li­dad, cuya vida se cen­tra prin­ci­pal­men­te en la fami­lia, el tra­ba­jo y el afron­ta­mien­to de la eco­no­mía moder­na. En un mun­do aje­trea­do, muchas per­so­nas se sien­ten atraí­das por el poten­cial del yoga para aumen­tar su fle­xi­bi­li­dad físi­ca, ali­viar el estrés y mejo­rar la salud en gene­ral.7http://www.yogajournal.com/press/yoga_in_america. Gra­cias a Phil Lem­ke por esta refe­ren­cia. Sin embar­go, ¿cuán­tas per­so­nas podrían sen­tir­se atraí­das por el poten­cial del yoga para alcan­zar un esta­do de quie­tud simi­lar a una pie­dra? Sin duda, el gurú del mar­ke­ting más ambi­cio­so ten­dría difi­cul­ta­des para ven­der este «yoga catatónico».

Los yamas y niya­mas pare­cen atraer a los prac­ti­can­tes de yoga moder­nos que bus­can orien­ta­ción en un mun­do moral­men­te ambi­guo. No obs­tan­te, una inter­pre­ta­ción estric­ta de ahimshā es un ideal exi­gen­te para cual­quier cabe­za de fami­lia, la mayo­ría de los cua­les tie­nen poco tiem­po para para­se a pen­sar en los hábi­tos ali­men­ti­cios de un perro cuan­do está a pun­to de sacar algu­nas hor­mi­gas del fre­ga­de­ro de la coci­na. ¿Y cuán­to más podría que­rer un cabe­za de fami­lia abra­zar el celi­ba­to (brah­ma­char­ya) en todo el sen­ti­do estric­to de la palabra?

En la segun­da par­te de este artícu­lo, dis­cu­ti­re­mos algu­nos ejem­plos de cómo los comen­ta­ris­tas medie­va­les rein­ter­pre­ta­ron los yamas y niya­mas de Pata­ñ­ja­li para dife­ren­tes públi­cos, como los cabe­zas de fami­lia, y cómo estas pers­pec­ti­vas pue­den pro­por­cio­nar una idea de las ense­ñan­zas de los gurús modernos.

 Jason Birch y Jac­que­li­ne Hargreaves

(con­ti­nua­rá en la segun­da parte)

Jason Birch y Jac­que­li­ne Hargreaves

Tra­du­ci­do por Javi Gobinde

  • 1
    Phi­lipp Maas, «Una bre­ve his­to­rio­gra­fía de la filo­so­fía del yoga clá­si­co», en His­to­rio­gra­fía y Perio­di­za­ción de la Filo­so­fía India, ed. Eli Fran­co De Nobi­li Series, Vie­na 2013. Se pue­de leer aquí.
  • 2
    Los ejem­plos inclu­yen a Shrīdha­ra, Abhi­na­va­gup­ta, Hema­chan­dra, Vish­nubhat­ta, Shi­vo­pādh­yā­ya y Deva­pā­la (Maas 2013: 57).
  • 3
    Los tér­mi­nos yama y niya­ma sig­ni­fi­can lite­ral­men­te «res­tric­ción». Uno podría dis­tin­guir a los yamas de los niya­mas por el hecho de que los pri­me­ros regu­lan la con­duc­ta de uno hacia todos los demás seres vivos, y los segun­dos, las prác­ti­cas pre­li­mi­na­res más espe­cí­fi­cas del yoga de Pata­ñ­ja­li. Es nece­sa­rio rea­li­zar más inves­ti­ga­cio­nes sobre la rela­ción entre yamas y niya­mas.
  • 4
    Jason Birch ha pro­por­cio­na­do las pala­bras y la pun­tua­ción entre cor­che­tes. Estas tra­duc­cio­nes se basan en la edi­ción de Kāshi­nātha Shās­trī Āgāshe: Vācas­pa­ti­mish­ra­vi­ra­ci­ta­tī­kā­sam­va­li­tav­yā­sabhāsh­ya­sa­me­tā­ni Pāta­ñ­ja­la­yo­ga­sū­trā­ni, tathā bho­ja­de­va­vi­ra­ci­ta­rā­jam­me­tār­tan­dā­bi­sa­ñha­va­sa­me­tā­ni. sūtra­pātha­sū­tra­var­nā­nu­kra­ma­sū­cībh­yām ca sanāthī­kri­tā­ni. Pune: Ānan­dāsh­ra­ma­mu­dra­nā­la­ye 1904 (Serie sáns­cri­ta Ānan­dāsh­ra­ma, 47).
  • 5
    Por ejem­plo, véa­se el Āchā­rān­ga­sū­tra, cuyo pri­mer libro se atri­bu­ye gene­ral­men­te al siglo II o III a. C. y pres­cri­be el com­por­ta­mien­to ade­cua­do (āchā­ra) de un jai­nis­ta. Has­ta don­de sabe­mos, nadie ha encon­tra­do toda­vía para­le­los tex­tua­les entre el Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra y un tex­to jai­nis­ta tem­prano. Enton­ces, si el jai­nis­mo influ­yó direc­ta o indi­rec­ta­men­te en el yoga de Pata­ñ­ja­li, a dife­ren­cia de algu­na otra tra­di­ción Shra­ma­na cuyas escri­tu­ras aho­ra se han per­di­do, sigue sien­do incierto.
  • 6
    Para refe­ren­cias y una dis­cu­sión más com­ple­ta sobre las pala­bras Brāh­ma­na, yati y sann­yā­sin en el Pāta­ñ­ja­la­yo­gashās­tra, ver Phi­lipp Maas, ‘Der Yogi und sein Heils­weg im Yoga des Pata­ñ­ja­li,’ en Karin Stei­ner (ed.), Wege zum Heil (igen). Sakra­li­tät und Sakra­li­sie­rung in hin­duis­tis­chen Tra­di­tio­nen. Wies­ba­den 2014: Harras­so­witz, 65–90.
  • 7
    http://www.yogajournal.com/press/yoga_in_america. Gra­cias a Phil Lem­ke por esta referencia.

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