Lectura estimada: 4 minutos

Yoga para tus órganos I

atenciónblogórganoverdad

Hace algu­nos años me que­dé con una pre­mi­sa que escu­ché en una cla­se de kinesiología y que pude com­pro­bar con acier­to a través otras tera­pias como la Ges­talt y con mi ama­da práctica de yoga.

“El cuer­po no tie­ne la capa­ci­dad de mentir”.

Me parecía obvio, cla­ro, no lo había ni pen­sa­do, pero después resul­tó de una total y bri­llan­te importancia.

Nues­tro cuer­po, en su tota­li­dad, dice la ver­dad de quiénes somos, lo que sen­ti­mos, lo que pen­sa­mos y a través de su cua­li­dad de ser siem­pre rec­to en la ver­dad pue­des des­cu­brir aque­llo de lo que te escon­des pero que se te está reve­lan­do como prio­ri­ta­rio en tu avan­zar en la vida.

Algu­nas veces tene­mos síntomas, enfer­me­da­des o varia­cio­nes de carácter, entre otras cosas y en lugar de acti­var nues­tra escu­cha, inten­ta­mos sen­ci­lla­men­te aca­llar­los o bus­car una solución momentánea sin cua­li­dad de enseñarnos nada. Esto supo­ne no hacer caso al cuer­po cuan­do te pide ayu­da y te pide un cam­bio, hacer­te sor­do a su pequeña lla­ma­da sig­ni­fi­ca que cada vez va a uti­li­zar “medios de comunicación” más alar­man­tes para que escu­ches esa Ver­dad que te quie­re con­tar. Lo que él bus­ca es, al mis­mo tiem­po, que pres­tes atención.

En resu­men: enten­da­mos el cuer­po como vehículo de noso­tros mis­mos, de todo lo que somos, como comu­ni­ca­dor de quiénes somos y como algo que es siem­pre se afec­ta por todo lo que somos, por cada par­te en la cual pue­des divi­dir­te en cual­quie­ra de tus parámetros de estudio.

Es fantástico lo que supo­ne empe­zar esta relación nue­va a par­tir de este enten­di­mien­to. Todos tene­mos un cuer­po que nos sir­ve para decir­nos si en “lo total” hay armonía o si hay algo que revi­sar y reequilibrar.

El yoga como tera­pia y en reali­dad como práctica natu­ral, supo­ne una deli­ca­da escu­cha de tu cuerpo

que te rela­cio­na con tu pro­pia inti­mi­dad inte­gral. Me gustaría ins­pi­rar­te para que tra­ba­jes con más con­cien­cia sobre tu cuer­po y sus órganos. Obser­va todo lo que te ocu­rre y todo lo que supo­ne (tan­to en un esta­do de salud pre­ven­ti­va como en un esta­do don­de se mani­fies­ta) para pedir­te un cam­bio o reequi­li­brio (enfer­me­dad). Cuál es el men­sa­je en par­ti­cu­lar y cuál es la zona afec­ta­da. Cono­cer lo que somos nos hace reco­no­cer nues­tros límites y nues­tras posi­bi­li­da­des. Esto va a supo­ner una nue­va reali­dad, un nue­vo para­dig­ma y un nue­vo contento.

Si lo pri­me­ro que hay que enten­der es que el cuer­po no mien­te, que a través de él nues­tro ser inte­gral se mani­fies­ta, lo segun­do sería acep­tar que hay un men­sa­je que es impe­ra­ti­vo, expre­sa una orden, rue­go o deseo des­de tu ser (como uno, inte­gral, total). Esto supo­ne ver que nues­tra visión de la enfer­me­dad o el síntoma debe cam­biar de ‘enemi­go’ a ‘men­sa­je­ro’, enten­der que el cono­ci­mien­to que ha de lle­gar­te vie­ne de ti mis­mo. No eres tú y una dolen­cia a la cual señalar, cul­par o hacer pro­ta­go­nis­ta de tu vida.

En este segun­do paso ya has de estar dis­pues­to a ver tus erro­res, tus peleas inter­nas, con­fron­tar tus difi­cul­ta­des y ser capaz de mirar tus pau­tas repe­ti­ti­vas que impi­den aflo­rar otras par­tes de ti que han sido nega­das. Supo­ne escu­char el mensaje.

Ante cual­quier alar­ma noso­tros deci­di­mos cómo actuar, apa­gar­la rápidamente o dejar­la sonan­do son la mis­ma cosa y equi­va­len a salir corrien­do de un incen­dio en el que tú eres lo incen­dia­do, vamos… que no va a ter­mi­nar muy bien. La otra opción es cola­bo­rar con nues­tro pro­ce­so de autocuración. Como decía Nietsz­che: Amar­se a uno mis­mo es la más fina, la más sutil, la última y más pacien­te de todas las artes.

El yoga tie­ne una mane­ra poética y con­cien­zu­da de tra­tar los des­equi­li­brios del cuer­po y sus órganos. Es un medio de prevención con­ti­nua. Nues­tra acti­tud en la vida (y hablo de la acción o de la inacción por igual) tie­ne con­se­cuen­cias tan­to en nues­tro mun­do exte­rior como en el inte­rior. Cada asa­na, kri­ya, mudra, pra­na­ya­ma tie­ne un efec­to que pode­mos tra­ba­jar no sólo a nivel físico, sino también a nivel pos­tu­ral interno que se pro­yec­ta hacia lo que sirve.

Aun­que reci­ba­mos nues­tro men­sa­je hay que ver qué hace­mos con él. Saber que posee­mos un patrón que nos daña no supo­ne dejar de pade­cer­lo. Lo que sí nos ofre­ce es una opor­tu­ni­dad de cues­tio­nar­nos nues­tra vida, nues­tra gestión, nues­tras creen­cias. Una vez en este espa­cio, hay que hilar fino. Des­de el yoga pue­des acce­der a ese “estar aten­to” y si lo man­tie­nes de mane­ra con­ti­nua­da disol­ve­rá lo que sobra y te reco­lo­ca­rá en tu cen­tro vital.

Cuan­do estás en meditación, pres­ta atención no sólo al obje­to de tu atención sino al hecho de que estás pres­tan­do atención. Te darás cuen­ta de lo que per­ma­ne­ce inmu­ta­ble y de lo que tie­ne capa­ci­dad de cam­bio, que empe­za­rá a modi­fi­car­se sólo por ser observado.

Todo lo que te afec­ta a nivel emo­cio­nal y afec­ta tus pau­tas de pen­sa­mien­to, que te crean un cier­to males­tar, tie­ne conexión con tu cuer­po. Si tomas con­cien­cia de ello, encontrarás esa conexión y empezarás a libe­rar a través de ese espa­cio físico. A par­tir de ese momen­to podrás hacer una lla­ma­da a la valentía que supo­ne asu­mir tu pro­pia Ver­dad.

Te invi­to a que en tu práctica de yoga inclu­yas tus órganos, sis­te­mas, dolo­res, enfer­me­da­des, síntomas y patro­nes de com­por­ta­mien­to. Son fuen­te de rique­za para el arte que es amar­te a ti mis­mo. Te invi­to a que acep­tes esta tie­rra mágica de tu cuer­po como tem­plo de ver­da­des pro­fun­das a las que pue­des asomarte.

La Paz pue­de lle­gar a todas nues­tras relaciones.

Siri Tapa, verano 2009

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.