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Yoga para pro­ble­mas lumbares

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Pos­tu­ras de fle­xión o exten­sión, según la zona afectada

Para com­ba­tir los pro­ble­mas de lum­bal­gía, lum­bo­ciá­ti­cas y pares­te­sias que se pro­duz­can por­que las raí­ces ner­vio­sas se hayan com­pri­mi­do y no por otras cau­sas uti­li­za­mos las asa­nas o pos­tu­ras de fle­xión o exten­sión depen­dien­do de la zona afectada. 

Pre­ci­sa­men­te lo que hace­mos con la prác­ti­ca de este tipo de pos­tu­ras es esti­rar y des­com­pri­mir las raí­ces ner­vio­sas que salen por la cara pos­te­rior de la colum­na (raí­ces ner­vio­sas sen­si­ti­vas) con las asa­nas de fle­xión y las que salen por la cara ante­rior de la colum­na (raí­ces ner­vio­sas moto­ras) con las asa­nas de extensión. 

Inclu­so en el caso de que las pier­nas o los pies se vean afec­ta­dos pue­de ir encon­trán­do­se mejo­ría, aun­que la prác­ti­ca ha de ser cons­tan­te, bien eje­cu­ta­da y siem­pre se ha de man­te­ner un diá­lo­go con el cuer­po que te per­mi­ta res­pe­tar sus pro­ce­sos y su rit­mo de recu­pe­ra­ción. Por ejem­plo, cuan­do se pade­ce de una fuer­te infla­ma­ción pri­me­ro hay que res­pe­tar un tiem­po de repo­so has­ta que des­apa­rez­ca el dolor agu­do y des­pués, cuan­do los sín­to­mas empie­zan ya a remi­tir, se empie­za con la prác­ti­ca de las asa­nas de mane­ra pro­gre­si­va. En estos casos estas asa­nas es mejor no rea­li­zar­las ais­la­da­men­te, sin calen­ta­mien­to ni pre­pa­ra­ción, se acon­se­ja rea­li­zar­las en el con­jun­to de otras que per­mi­ten un tra­ba­jo con­jun­to del cuer­po y lo ponen en dis­po­si­ción del pro­ce­so de sanación. 

Otra vía de estu­dio para acom­pa­ñar el pro­ce­so de recu­pe­ra­ción sería revi­sar los hábi­tos dia­rios, tan­to de movi­mien­to-quie­tud como los de ten­sión-rela­ja­ción, a todos los nive­les, o infle­xi­bi­li­dad-tole­ran­cia y todo un cam­po emo­cio­nal que pue­de estar rela­cio­na­do en la dolen­cia, como el mie­do al futu­ro, la rela­ción con la enfer­me­dad, con el des­can­so o la sobre­exi­gen­cia, exce­so o defec­to de res­pon­sa­bi­li­dad etcé­te­ra. Siem­pre pode­mos ele­gir apren­der de lo que nos pasa, ali­ge­rar­nos de car­gas y tomar la vida con otra dis­po­si­ción, resol­vien­do nues­tras con­tra­dic­cio­nes o deján­do­las con­vi­vir, inte­gran­do nues­tras pola­ri­da­des como la rique­za que supo­ne la diversidad.

Siri Tapa, diciem­bre 2010

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